Presentación (Histórica)
Tras el desastre humano y económico que supuso la Guerra Civil Española y el período de oscuridad y aislamiento internacional que vino a continuación, no fue hasta mediados de los años 50 cuando España empieza una lenta recuperación tanto a nivel interno, con un incipiente desarrollo económico, como en el plano internacional, con el establecimiento de tratados con EEUU, ingreso en la ONU, etc. En este contexto, y con el objetivo de formar a las nuevas generaciones en el desarrollo industrial que por entonces se iniciaba, nace de la mano de José Antonio Girón, ministro de trabajo durante 1941-1957, la creación de las Universidades Laborales. Se pueden distinguir dos épocas principales en los 24 años de vigencia de estas instituciones: los primeros 10 (años 1955-1964), y los 14 restantes (1965-1978). La primera década viene definida por una gran carga ideológica de la mano del entorno del ministro Girón, encomendándose la dirección educativa a la Iglesia a través de diferentes órdenes religiosas. El mascarón de proa de estos tiempos fue la primera Universidad Laboral, creada en Gijón y puesta en marcha en 1955 por los jesuitas, un auténtico alarde arquitectónico con reminiscencias de palacio monacal. Los centros que se crearon a continuación fueron el de Córdoba (encomendado a los dominicos), los de Sevilla y Zamora (que llevaron los salesianos) y el de Tarragona (el primero que se otorgó a laicos, aunque en su mayoría procedentes de la Delegación Nacional de Juventudes), todos ellos puestos en marcha en 1956, a excepción del de Zamora que arrancó en 1960. La segunda etapa de estas instituciones está marcada por la caída de José Antonio Girón y el ascenso de los ministros tecnócratas. Es en este período donde se procede a un total desmantelamiento de la ideología falangista y además, la dirección educativa ya no fue otorgada a la Iglesia. Se ponen en funcionamiento durante esta década las Universidades Laborales de A Coruña, Alcalá de Henares, Cáceres, Zaragoza, Huesca y Eibar. Finalmente llegaron a ser un total de 21 centros repartidos por toda la geografía española, siendo la de Vigo la última en inaugurarse (1976). Todos estos centros se convirtieron en lugares de referencia donde estudiar especialidades profesionales (la posteriormente llamada Formación Profesional de primer y segundo ciclo, FP I y FP II) tales como: Construcciones Metálicas, Mecánica o Administrativo (Gijón); Marítimo-Pesquera, Electricidad o Frío Industrial (A Coruña); Metal, Electricidad o Delineación (Alcalá), y así un largo etcétera. Pero también se podía estudiar el Bachillerato, con unos medios humanos y docentes muy superiores a los existentes en los colegios de la época. Además de estos estudios, se concedía especial importancia a la educación física, humana y religiosa; habiendo también actividades complementarias tan variadas como tocar instrumentos musicales, talleres de aeromodelismo, deportes, etc. De cara a conseguir una mayor homogeneidad en la formación académica de los estudiantes que accedían a dichos centros, se propone a mediados de los años 60 la creación de un nuevo centro que sería concebido como un Centro de Orientación de Universidades Laborales (COUL), en donde los chicos de 10-11 años entrarían a cursar los últimos 3 años de la enseñanza primaria, la que luego se denominaría Enseñanza General Básica (EGB). Este nuevo centro se construiría en la localidad de Cheste (Valencia) según el diseño del arquitecto Fernando Moreno Barberá. El COUL de Cheste representó el hito arquitectónico más destacado de todo el sistema de Universidades Laborales, tanto por la grandiosidad de sus instalaciones como por su concepción funcional y vanguardista. En cierta medida puede considerarse este centro como la cumbre de todo este sistema, que recogió el estandarte que durante los pasados 15 años había llevado la Universidad Laboral de Gijón. A pesar del número tan elevado de internos para el que se diseñó, 5000, y las edades tan tempranas con que los chicos accedíamos al centro, el COUL de Cheste fue un modelo de gestión a nivel docente, humano y hasta logístico. Creo que toda la labor educativa que allí se realizó debiera ser objeto de mayor estudio y atención. A modo de ejemplo, baste decir que se utilizaron métodos educativos vanguardistas para la época (aprendizaje de idiomas con medios audiovisuales, enseñanza de técnicas de estudio, trabajo en grupos, tutorías en grupos reducidos, etc.), que todavía hoy pueden considerarse como tales.